Se ha producido un intenso debate durante años acerca de la fuente de los increíbles talentos de los niños prodigio. La mayoría de los psicólogos opinan que la mayoría de los niños como Wolfgang Amadeus Mozart que, a la edad de cinco años, ya componía música muy compleja, nacieron simplemente, con una extraordinaria memoria y con capacidades organizativas. Sin embargo, otros creen que, dado que sus aparentemente habilidades aprendidas aparecen tan pronto en sus jóvenes vidas, esos niños asombrosos son el producto de la reencarnación.
Como pruebas de las habilidades y talentos desplegados en existencias previas, los proponentes señalan entre los casos a un chico francés del siglo XVIII, Jean Cardiac - que podía recitar el alfabeto a la edad de tres meses y hablaba media docena de idiomas cuando sólo contaba seis años- y a un ciego del siglo XIX, un esclavo de cuatro años, en Georgia, llamado Tom el ciego. Según un maestro, Tom pudo tocar con gran pericia el piano la primera vez que puso la mano encima de las teclas y "sabía más música de la que sabemos nosotros o podemos aprender".
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