En 1605, Henry Percy, noveno conde de Cumberland, fue sentenciado a reclusión en la torre Martín, de Londres, por su participación en la conspiración de la Pólvora para volar el Parlamento, y con el rey Jacobo I dentro. El conde permaneció allí durante dieciséis años antes de comprar su libertad por la suma de 30.000 libras. Aunque fue liberado y no se llegó a ejecutar, su fantasma ha encantado la Torre desde su muerte y ha sido visto andando por las almenas donde Percy salía a tomar el aire durante su encarcelamiento.
Naturalmente, Lady Jane Grey la residente más ilustre de la Torre, sentenciada por su papel en el intento de aborto para convertirse en reina de Inglaterra. El 12 de febrero de 1554, fue decapitada en la explanada enfrente de la torre y su fantasma ha encantado desde entonces el edificio. Tan recientemente como en 1957, en el aniversario de su ejecución, un guardián de la Torre vio una masa blanca que formaba la imagen de Lady Jane. Inmediatamente llamó a otro guardián, que también vio la aparición.
Aunque la Torre Martín es rica en tradiciones de espectros, no todos ellos pertenecen a fantasmas de antiguos prisioneros, y una de las más extrañas se cuenta que se apareció una sola vez y ha desafiado todos los esfuerzos para explicarla. En octubre de 1817, Edmund Lenthal Swifte, guardián de las joyas de la corona, estaba cenando con su familia en la Torre Martín, donde se guardaban las joyas. cuando de repente, levantaron la cabeza de sus platos, vieron un cilindro de cristal lleno de un líquido turbulento de color azul y blanco, suspendido exactamente encima de la mesa. lentamente, avanzó hasta colocarse detrás de la mujer de Swifte, la cual comenzó a gritar. cuando Swifte arrojó una silla contra el contenedor espectral, éste desapareció y no se volvió a ver de nuevo.
Además, ya en el reinado de Enrique I, la torre fue usada a menudo para alojar una colección de animales que iban desde leones, tigres y osos hasta monos, cebras, hienas e incluso elefantes, reunidos para la diversión real. Este empleo de la Torre cesó en 1835 cuando un guardián fue herido gravemente por un león. Sin embargo, antes de eso un centinela de la Torre patrullaba ante la entrada, en 1815, cuando, a eso de medianoche, vio un gran oso que se alzaba sobre sus patas traseras delante de él. Aterrado, el guardián le atacó con su bayoneta sólo para observar, asombrado, que esta pasaba a través de nada y se clavaba en la puerta de roble donde había estado es oso. El centinela informó del incidente a la mañana siguiente, pero murió el día después, según se dice a causa de la conmoción sufrida.
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